El cambio climático es una realidad que no podemos obviar. La Unión Europa es conocedora de ello y sus restricciones a las emisiones de gases de CO2 son cada vez más considerables. Gracias al Pacto Verde Europeo, el objetivo es llegar a una neutralidad climática para el año 2050. Sin embargo, la falta de desarrollo tecnológico sostenible está provocando una situación muy común a día de hoy: La fuga de carbono.
Este concepto, entra dentro del conocido mercado del CO2, famoso por las incógnitas que despierta en un gran número de negocios y clientes. En entradas más próximas hablaremos de ello, pero hoy toca detenernos en entender en qué consiste una fuga de carbono y todo lo que acarrea una decisión de estas dimensiones. ¡Vamos allá!
El concepto de fuga de carbono no podría explicarse sin entender que existe un mercado que regula la emisión de gases de efecto invernadero de las empresas. Esta regulación es competencia de la Unión Europea, quien reparte y dicta la cantidad de permisos que van a poder emitir los países miembros.
Con el paso de los años, las consecuencias del cambio climático se han agravado de forma considerable. A raíz de ello, la UE ha ido endureciendo poco a poco las políticas climáticas incrementando el precio de la emisión de esos permisos hasta llegar a una situación actual nunca vista.
Decimos que es un escenario delicado porque muchas empresas afectadas no pueden pagar los derechos de emisión exigidos por los diferentes gobiernos. Aquí entra en juego la fuga de carbono, que, en pocas palabras, es la deslocalización de las empresas hacia otros países donde no existen estos impuestos o son muy bajos. Así pues, la consecuencia de ello es la pérdida de riqueza y del poder adquisitivo de la industria nacional.
Naturalmente, existen beneficiados por la fuga de carbono y su consecuente deslocalización de empresas. A priori, nos vendrían a la cabeza los países que más contaminan del mundo. Estados Unidos, China, Japón, entre otros serían algunos de ellos. Pero no es del todo cierto, pues algunos de estos países ya han empezado a implantar un mercado regulatorio de emisiones de CO2 vistas las posibles consecuencias de no cumplir con los niveles de contaminación.
Así pues, la mayoría de la fuga de carbono se concentra en países donde el cambio climático y sus consecuencias no son tenidas en cuenta o no creen en ellas. Algunos de estos países se pueden localizar en las siguientes zonas:
Si bien es cierto, hay muchos responsables de que una fuga de carbono se produzca. Ya sea, la propia empresa emisora, el gobierno por poner unos costes muy altos o el país receptor de la deslocalización, todos tienen parte de culpa en este proceso. Sin embargo, existen sectores a los que les afecta mucho más el encarecimiento de los derechos de emisión de CO2. Algunos de ellos son los siguientes:
Si eres parte de una empresa de algún sector anterior, puede que lo tengas complicado de cara a los siguientes años. No obstante, para combatir la fuga de carbono, la Unión Europea ha decidido implantar una serie de medidas para reducir la deslocalización de industrias clave para el tejido productivo de los países miembros. ¡Atento!
Lamentablemente, en España también existe un proceso de fuga de carbono por parte de algunos sectores. Muchas empresas se ven incapaces de pagar las altas tasas por emitir CO2 o, simplemente, quieren desembolsar menos dinero porque no pueden más. Aquí mismo se plantea un debate muy interesante ¿Es correcto deslocalizar tu empresa por no tener en cuenta las consecuencias medioambientales de tu actividad?
Sea como fuere, sectores como el textil o el petrolero están deslocalizando sus negocios sin importar el daño estructural que están haciendo a la economía y al tejido productivo del país. Por ello, urge implantar medidas como los fondos Next Generation, el Plan de Recuperación nacional o similares, para tratar de frenar este problema.
Actualmente, nos encontramos ante un escenario nunca visto en el sector eléctrico. Los récords en el precio de la energía se suceden día sí y día también debido a dos causas principales: el uso de combustibles fósiles para la generación de la energía y las altas tasas de emisiones de CO2.
Digamos que una causa es consecuencia de otra, pues cuanto más carbón o gas se utilice para generar la energía, más CO2 emitiremos y, consecuentemente, más derechos de emisión se pagarán. Es por ello, que el medio-largo plazo a este problema, pasa por la inversión en sistemas de energías renovables.
Si consolidamos un sistema basado en energías limpias, podremos parar la controvertida fuga de carbono que tanto está afectando a las economías.
Los desastres naturales que vemos de seguido en las noticias no son fruto de una casualidad. El cambio climático acecha más que nunca y la Unión Europea se ha puesto seria para contrarrestar sus efectos. Esto ha provocado que el precio de los derechos de emisión haya aumentado, muchas empresas no puedan pagarlo y, consecuentemente, realicen una fuga de carbono hacia otro país.
En definitiva, una fuga de carbono es deslocalizar la actividad empresarial hacia otro país donde no existan derechos de emisión o tengas precios muy bajos. Para el país de origen, este proceso es muy negativo, pues se resiente el sistema productivo y la riqueza. Así pues, la solución a este problema viene por beneficiar económicamente a quién no pueda pagar esos derechos, siempre y cuando, haya una garantía de que se vaya a reestructurar el modelo de negocio de la empresa en cuestión.