Medir tus consumos energéticos es una tarea muy importante a la hora de conocer si estás pagando de más en la factura de la luz. Uno de los términos fijos en los que siempre pagamos el mismo importe es el de la potencia contratada. Sin embargo, una cosa que la gran mayoría no sabe, es que ésta puede ser desglosada en energía activa y reactiva.
Diferenciar estos dos conceptos puede evitarnos pagar penalizaciones que hagan incrementar el precio final del recibo mensual. Pero, ¿Qué diferencias hay entre la energía activa y reactiva? ¿Qué significan ambos conceptos? Plena Energía, en su labor didáctica, va a sacarte de dudas en la siguiente entrada. ¡Allá vamos!
La energía activa y reactiva se relacionan, ya que ambas definen el tipo y la cantidad de energía que utilizamos en un determinado momento. Es decir, éstas también pueden medirse bajo el concepto de potencia activa o reactiva, ambas formas son correctas. Vayamos con la explicación al primer concepto.
La energía activa es la cantidad de kW útiles que utilizamos para cada periodo de facturación. Si realizamos un consumo eficiente de la luz, pagaremos poco. Por el contrario, si derrochamos y malgastamos energía, este será más elevado. El precio del kW dependerá del pactado con la comercializadora o del dictado por el mercado en el caso de PVPC.
En definitiva, toda la energía activa es aprovechable y será la que dará rendimiento a los electrodomésticos o aparatos eléctricos que tengamos en disposición. Gracias a ella, podrás calentar, enfriar o dar movimiento.
Al contrario de la potencia activa, la energía reactiva no tiene ninguna utilidad, ni sirve para nada. Por lo general, este tipo de energía está vinculada con aquellos aparatos eléctricos que necesitan de una bobina o un motor para su funcionamiento.
El origen de la energía reactiva está en los campos magnéticos asociados a estas bobinas o motores. Es decir, cuando un ascensor se enciende, por ejemplo, su bobina crea una serie de necesidades eléctricas, independientes a su funcionamiento, que son cubiertas con la reactiva.
Esta se transporta a través de las líneas de alta tensión en corriente alterna, por lo que no toda la electricidad que consumimos es energía activa. Al contrario, la energía reactiva le quita parte de espacio en los sistemas de transporte, pues hay que cubrir la demanda aunque no tenga ninguna utilidad.
Como hemos podido observar, diferenciar entre energía activa y reactiva puede ayudarnos a entender los términos desglosados de la factura de la luz. Sin embargo, para que lo tengas más claro, hemos elaborado una lista con las diferencias más notables entre ambos conceptos. ¡Atento!
Para ilustrar mejor las diferencias entre energía activa y reactiva, vamos a poner una serie de ejemplos. El objetivo es mostrar al usuario no entendido en estos términos, ejemplos que faciliten la comprensión de expresiones poco habituales. Sabemos que pueden llevar a la confusión, por eso, os detallamos sus diferencias a continuación:
En el caso de la cerveza, la parte de la espuma definiría la energía reactiva. Como bien sabrán algunos, su presencia es inevitable. Sin embargo, no tiene ningún uso, pues lo que se bebe es el líquido. De esta forma, la energía activa, entonces, correspondería al interior de la jarra de cerveza. Es en esta parte, donde encontramos la parte más aprovechable y la que variará en función de su cantidad deseada.
Cuando hablamos de energía reactiva, es importante distinguir entre dos tipos: inductiva y capacitiva. Ambos no están exentos de penalizaciones, por lo que ninguno es beneficioso para nuestra factura eléctrica. A continuación, te explicamos con detalle sus diferencias más reseñables:
La respuesta es afirmativa en ambos casos. Las penalizaciones de energía activa y reactiva son un verdadero quebradero de cabeza para algunas empresas o particulares, cuyas facturas se incrementan por excesos no intencionados. Veamos cómo se calculan estas sanciones en la factura de la luz, tras el último cambio normativo del 1 de julio de 2021:
Entender la diferencia entre energía activa y reactiva es importante para aquellos consumidores con grandes consumos. En pocas palabras, la activa corresponde con el número de kilovatios (kW) que han utilizado nuestros aparatos eléctricos para calentar, mover, enfriar, etc. Por otro lado, aquella energía que no es útil, pero sí necesaria, se le llama energía reactiva.
A su vez, la energía reactiva se divide en capacitiva e inductiva. Cuando compensamos más energía reactiva de la necesaria, le llamamos capacitiva. En el caso contrario, es decir, cuando hace falta una cantidad grande de reactiva, se le denomina inductiva. Ambos términos de potencia conllevan penalizaciones en sus excesos, por lo que es importante ajustarlos de la forma más concreta posible.